Una lesión en la médula espinal es una de las heridas más críticas y serias que puede sufrir un ser humano en un accidente, y puede significar un verdadero problema para su salud y su vida diaria.
Pero, muchas veces, las aseguradoras o los tribunales pueden cuestionar la gravedad de las lesiones con el fin de mitigar el impacto económico que puede causar el incidente, y allí es que la persona puede entrar en una etapa de desesperación.
Por eso en este artículo le explicaremos cómo superar barreras probatorias y cuáles son los pasos clave para poder probar su lesión. Aunque, de igual manera, resulta imprescindible contar con un abogado de lesiones de la médula espinal en Denver, que lo pueda ayudar con el proceso legal de principio a fin.
Pruebas médicas que suelen exigir las aseguradoras y los tribunales
- Radiografías: pueden revelar daños en el hueso que rodea la médula espinal; no muestran directamente el tejido medular.
- Resonancia magnética: detecta contusiones, edemas, hemorragias o compresiones medulares.
- Tomografía computarizada: identifica posibles fracturas o luxaciones vertebrales.
- Examen neurológico estandarizado: determina el nivel y la completitud de la lesión (clasificación ISNCSCI/ASIA).
- Electrodiagnósticos: diferencian daños radiculares o periféricos de compromiso medular.
- Registros de UCI y rehabilitación: muestran los déficits motores o sensitivos, la autonomía y la evolución.
Para entender cómo se diagnostica una SCI, el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares (NINDS, sigla en inglés), describe el uso de estas pruebas médicas para determinar el nivel y la gravedad de la lesión: esta combinación permite distinguir un daño mayor a posibles hallazgos previos.
La importancia de la documentación y la cadena de custodia
Historia clínica: debe detallar el mecanismo por el cual se desarrolló la lesión, desde el momento del impacto, hasta la caída, el cinturón o el airbag; sumado a síntomas iniciales.
Continuidad asistencial: debe mantener consultas y tratamientos en orden cronológico, ya que cualquier tiempo sin atención alguna puede generar suspicacias.
Estudios originales: debe conservar los informes e imágenes originales y firmados por los especialistas. Es recomendable evitar capturas, copias o documentos incompletos.
Causalidad: la relación entre el accidente y los daños
Es crucial que las lesiones puedan relacionarse directamente con el incidente.
Temporalidad: si los recibos o informes médicos coinciden con la fecha del accidente y sus días posteriores, y si ha desarrollado una evolución coherente.
Lesiones preexistentes: los profesionales deberán distinguir los daños agudos más allá de cualquier herida ya existente.
Consistencia entre pruebas: el examen neurológico (nivel ASIA) debe corresponder con lo observado en el examen físico.
Tenga en cuenta que, a nivel mundial, más de 15 millones de personas viven con una lesión en la médula espinal. Según la Organización Mundial de la Salud, la mayoría de los casos se deben a traumatismos producto de accidentes o violencia. Por lo tanto, son prevenibles.
Las personas con LME corren el riesgo de desarrollar enfermedades secundarias “potencialmente mortales”, y su tratamiento, como también su rehabilitación, son esenciales. Por lo tanto, estas lesiones son consideradas como muy graves y, con la asistencia de un abogado especializado, podrá requerir la compensación económica necesaria siempre y cuando pueda probar que se dieron como consecuencia del accidente en cuestión.

